jueves, 13 de diciembre de 2012

La Geografía Radical como respuesta a la decadencia del cuantitativismo.

Han pasado más de 40 años de de la primera publicación de Antipode (1969) en EE.UU., una revista geográfica pionera en las respuestas de su tiempo. Artículos de geografía, estudios geográficos y, como novedad, estudios sociológicos en el espacio. “¿Qué pasó?” se preguntaron aquellos fieles amantes de las matemáticas y del paradigma cuantitativo. De la más enconada cúspide de montaña en que los tenían situados planificadores, economistas, y administradores del Estado post-guerra, no tuvieron la humildad como para asumir las falencias de su epistemología. Se enorgullecían de los grandes modelos construidos dentro de la teoría como modernizadores de condiciones socio-económicas de los países europeos en reconstrucción. Pero aquellos modelos comenzaron a tener fisuras en los mismos tejidos sociales que recomponían cerradamente desde sus planificaciones y no se dieron cuenta de la triste realidad: LA GEOGRAFÍA ES MATERIAL, NO ES IDEAL; ES CON LAS PERSONAS MÁS QUE LOS NUMEROS.

El “status quo” de la Geografía, como establece David Harvey, se compone para determinados intereses en cuanto a las necesidades modernizadoras dentro del espacio. Por ello, los conceptos por los que los geógrafos cuantitativos se llenaban de aplausos eran “extremadamente científicos”, irrefutables, nada menos discutible como la misma matemática pura. Aquel paradigma estaba compuesto por la idea del observador ajeno, quien se abstrae de la realidad, cuantifica factores y variables, y puede entregar un proyecto rentable y competitivo para aquellos tiempos. ¿Dónde queda el humano? Fueron las preguntas que se hicieron en Antipode, Herodote en Francia, y Roter Globus en Alemania. Nadie podía quedar conforme con explicaciones tan vacías de funcionalidad y praxis como el “2+2”. Incluso, ya no había justificación como para engrandecer los enfoques analíticos y cuantitativos que, por ejemplo, estimaron las repercusiones de la bomba atómica y la llevaron adelante. ¡La humanidad necesitaba una nueva geografía!


Y es así como encontramos las nuevas vertientes que se levantaron desde los años setenta enarbolando las banderas de la Geografía Radical. Influenciada por la geografía de la percepción, y el descubrimiento de la dimensión subjetiva y personal; este paradigma se centró en la humanidad como agente activo de la transformación del espacio, con su carácter plural y diverso. El principio de los cuantitativos era la racionalidad económica, la cual llevaba a considerar el espacio como un elemento abstracto compuesto por factores económicos, Homoeconómicus, consumidores, productores, recursos naturales y humanos. Y es aquí donde da la pelea epistemológica esta vertiente geográfica. Ya que, dentro de los principios de ella, ningún estudio geográfico responde a racionalidades absolutas u homogéneas. Por ende, el nuevo objetivo es plantear el estudio geográfico  al servicio del cambio social, el construir conocimiento del espacio como protagonista de sus dinámicas. No por nada el pilar metodológico lo encuentran en Karl Marx y las ciencias sociales orientadas por el marxismo, ya que esa afinidad con este marco teórico le da una profundidad enorme a la capacidad de entender las transformaciones del espacio desde la humanidad, y proyectarlas a ella. Marx, así mismo, entendía que la política y la economía nunca iban separadas, por que de la economía derivan los intereses de la sociedad organizada y, por ende, la economía debía estar al servicio de la sociedad, su cotidianidad y su mismo sentir dentro de los procesos. Este es el “jaque” en el que quedan los cuantitativos, porque ellos no explicarían el devenir de las sociedades en determinados espacios, solo los proyectarían desde un enfoque economicista  para intereses de determinados grupos. La dialéctica es la mayor arma de la crítica de la Geografía Radical.

El énfasis se traslada del espacio absoluto al mundo realmente vivido por los hombres: De los enfoques cuantitativos y analíticos a los cualitativos y globalizadores; de la explicación, de nuevo a la comprensión; de la visión que pretende ser objetiva y distanciada, al estudio desde dentro, a la investigación participante; de la perfecta racionalidad a la aceptación de la intuición como facultad válida en el proceso del conocimiento. Nuevamente el aspecto histórico, la génesis de los fenómenos, vuelve a aparecer indispensable para comprender cualquier situación. Por ende, es el historicismo marcado en Lacoste, Capel, Santos, Harvey, y otros, el que le da atingencia y continuidad a sus conceptos para comprender la realidad. La historia engloba a las ciencias sociales al servicio de la comprensión del medio, como el medio se presta para comprenderlo desde las ciencias al servicio de la humanidad. La decadencia, pues, del cuantitativismo se explica por planear realidades duras y concretas, inmóbiles. ¡Mientras los radicales tienen su debido lugar en la historia por, precisamente, llamar a cambiarla!


“La única filosofía es la historia en el acto, o sea, la vida misma”.- Antonio Gamsci.

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