jueves, 13 de diciembre de 2012

Geografía de la Percepción: Hacia una Geografía Radical.


Hasta los primeros compases de la década de los 60 el medio natural era considerado como una realidad totalmente objetivable, ajena a nuestra mente pero que sí podía ser analizada de la manera en que se nos hiciera más necesario. Podíamos, en suma, operar sobre la naturaleza de manera racional. Pero investigaciones geográficas más recientes vinieron a matizar y poner en entredicho todos estos supuestos, asistíamos al surgimiento de una nueva forma de hacer geografía, ahora la percepción era un elemento a tomar en cuenta dentro de los estudios geográficos.

Los primeros acercamientos a esta nueva geografía de la percepción se dieron en torno a problemáticas medioambientales que ponían en riesgo la vida de las personas. Algunos geógrafos, como R. Kates y G.F. White se interesaron por acontecimientos (terremotos, inundaciones, tornados) que ponían sobre el tapete la complicada relación entre hombre y naturaleza en regiones particulares de Estados Unidos. Las soluciones gubernamentales no llegaban a buen puerto para solucionar dichos problemas, y estos geógrafos intuyeron que era necesario cambiar sus consideraciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas si querían abrir nuevos canales que permitieran analizar de mejor manera estas problemáticas en particular. Es así como los dardos de sus pensamientos apuntaron hacia la percepción de la gente, se comenzó a dejar un poco de lado la barrera cientificista que buscaba objetivar todo lo concerniente al medio natural y se estableció que la mente del hombre no estaba para nada separada de la naturaleza, sino que esta era capaz de configurar la percepción de la gente respecto a su propia realidad.
En medio de sus investigaciones estos geógrafos se dieron cuenta que los individuos poseemos visiones sesgadas de la realidad, que según nuestras propias vivencias y configuraciones mentales nos moveríamos de una u otra manera en el espacio geográfico, por lo tanto se daba una relación dialéctica entre un espacio que nos determinaba y que nosotros a la vez también determinábamos, cambiando los usos y percepciones que se tienen de este a través del tiempo, ya que en la medida que los individuos se mueven por el mismo lo van configurando y re significando.




Así nació la “geografía de la percepción”, según su propio paradigma, nosotros, como individuos, nos movemos de forma “concéntrica” por la realidad, estamos delimitados por aquellos espacios que nos parecen más cotidianos, por los cuales transitamos casi de forma diaria y nos traen gran cantidad de recuerdos y experiencias a la mente, siendo estos el círculo más cercano que condiciona nuestra realidad (puede ser nuestra casa, nuestro barrio, nuestro trabajo, etc.). A la vez, existen círculos mucho más lejanos, de los cuales no tenemos más que referencias vagas y que seguramente no actúan como elementos que modifiquen la percepción propia que tenemos de la realidad, sino que más bien se ubican en un profundo lugar de nuestra memoria para ser desempolvados de vez en cuando, quizás la próxima vez que transitemos por ellos. Nuestra realidad entonces se configura en relación a estos círculos, y ellos son los que terminan delimitando nuestro comportamiento espacial, ya que este no está configurado en función del espacio geográfico real, sino de la percepción que tenemos del mismo, y esta percepción esta creada gracias a la cotidianeidad que solemos crear con un “círculo” determinado, nuestra relación con estos primeros campos de creación de realidades termina por definir la forma en que nos movemos por el espacio, medimos bajo una “misma vara” cualquier espacio por el que transitemos.

Esta percepción personal que poseen los individuos es un tema en sumo complicado, ya que cada persona tiene una forma distinta de moverse y significar el espacio, porque cada cual tiene su propia percepción del mismo, y dentro de estas pueden existir distintos elementos que configuren la forma en que se mueve dentro del espacio. Para lograr un “acercamiento” a estas construcciones mentales la geografía por sí sola no da a vasto, pero la temática en sí, el momento en que nos paramos frente a la enorme tarea de evaluar las percepciones de un grupo humano en particular abre caminos para que otras disciplinas entren en escena, y con sus metodologías y maneras propias de investigar la realidad permitan un estudio mucho más productivo y holístico de estas percepciones. Es así como la psicología, la geología, la economía entran en escena y pueden investigar entre los canales dejados por las percepciones de los individuos y sacar sus propias conclusiones al respecto, ya que dentro del campo de los constructos mentales de las personas la geografía aún encuentra una Terra Incógnita en la cual queda mucho camino por descubrir, se nos plantea un nuevo desafío dentro del cual no podemos dejar de lado al hombre como individuo particular, que piensa y recrea su espacio según sus propias percepciones creadas en la misma relación con este. Es por eso que ahora políticas urbanísticas y decisiones que conciernan a la labor geográfica no pueden dejar de lado estas nombradas “percepciones selectivas”, ya que asumimos que los tiempos en donde la mentalidad del hombre y la naturaleza eran elementos totalmente diferenciados ha quedado atrás, y ahora nos abocamos al nuevo desafío en donde ambos confluyen y van construyendo realidad, instalando los primeros cimientos y dotándonos de las herramientas que darán paso a la creación de una geografía radical. 

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